El yoga para un hígado sano ayuda a mantener su funcionamiento natural, mejora la circulación sanguínea y promueve un masaje suave de los órganos internos.
La práctica incluye torsiones en diversas posiciones (de pie, sentado y acostado), así como ejercicios abdominales con elementos de torsión. Estas técnicas activan el hígado, promoviendo su limpieza y regeneración. También se incluyen inversiones, como la postura del arado y sus variantes, que ayudan a mejorar la circulación y aliviar la congestión.
Las sesiones cortas estimulan los procesos metabólicos, mientras que las sesiones más largas permiten una curación más profunda del hígado. La práctica regular ayuda a mantener una sensación de ligereza y armonía general.